Las entidades son de tal realidad, a veces, que el testigo cree que como las leyes físicas propugnan, ocupan un lugar en el espacio. La sensación de realidad es tal, que normalmente el testigo no sabe que lo que tiene enfrente de sí es una entidad.
Normalmente llega a tener conciencia de ello sólo por comprobaciones posteriores: cuando lo comenta con alguien y le dice que esa persona está muerta o cuando comenta que ha visto a cierta persona, etc. Tal es la realidad que las entidades suelen presentar.
Pues bien, nuestro caso se podría clasificar dentro de las entidades que parecen total y absolutamente reales. De cuerpo entero, actuando como una persona normal. Sólo, como luego veremos, la mirada aparecía perdida en el infinito, fija, como ausente. La cara era inexpresiva, pero todo lo demás correspondía a una persona viva, que subía en un ascensor, al que posiblemente habría llamado y solicitado que la subiese a una de las plantas del hospital en cuestión.
Nuestro hombre, que es un profesional de la sanidad, había estado durante un curso académico fuera del Hospital donde normalmente presta sus servicios. Fue durante el período comprendido entre Octubre de 1988 y Julio de 1989 y había sido un curso de reciclaje. En ese intervalo, una compañera, también profesional de la sanidad, de medicina geriátrica, nacida en el año 1951, sufre una muerte brusca, imprevista, pero no accidental. Nadie podía prever la muerte de esta persona, que ocurrió de forma espectacular y dramática: en una celebración…
Finalizado el curso, nuestro testigo se reincorpora a su puesto de trabajo. No sabe que la compañera ha muerto, pues ya no es tema de conversación entre los otros compañeros. Ha pasado suficiente tiempo como para que todo haya vuelto a la normalidad.
Nos encontramos en el invierno de 1989-1990. En el turno de noche, que transcurre normalmente entre las veintidós horas y las ocho de la mañana. Nuestro testigo cumple con normalidad las funciones que le han sido encomendadas.
Unas compañeras de la sección de ginecología, que se encuentra en la tercera planta del Hospital, van a verle para pedirle una información. Son, poco más o menos, las once de la noche. Cuando las compañeras salen de su servicio, él vuelve a dedicarse a sus actividades normales. Son las tres de la madrugada, cuando tiene que subir a la sexta planta por necesidades del servicio. Sale al hall y llama al ascensor. Él trabaja en la primera planta. Cuando el ascensor llega y se abren las puertas, en su interior se encuentra una compañera que él conoce sobradamente, aunque hace tiempo que no la ha visto. No hay nadie más en el interior del ascensor. La saluda, con un simple «Buenas noches» de cortesía, pero ella no le responde. Él no le da importancia, ya que a esas horas, el sueño y el cansancio hacen que uno se aísle en su propio mundo interior. El ascensor es de esos que tienen puertas en ambos lados; de los que se pueden abrir por los dos extremos .Ella se encuentra pegada a la puerta contraria por donde él entra, como apoyada en la pared y mirando a la pared de enfrente.
La mirada es fija, ausente y seria, perdida en el infinito. Por eso, él no hace caso a la falta de atención que ella muestra hacia él. El ascensor sigue su marcha, sube y en la tercera planta, planta donde ella trabajaba normalmente, se detiene. Las puertas se abren y ella sale, caminando normalmente, dirigiéndose hacia el paritorio con toda normalidad. Nadie espera en esa planta la llegada del ascensor, lo que es importante para lo que luego comentaremos.
Cuando nuestro hombre vuelve a su planta, comenta con su personal, lo bien que están en ginecología ya que tienen mucho personal: las dos compañeras que le han visitado anteriormente y la otra que se acaba de encontrar en el ascensor. Le miran asustados o asombrados, y no pueden creer lo que les cuenta. Y se produce un diálogo parecido a este:
-¿Pero tú no sabes que esa mujer ha muerto hace tiempo?
-No tenía ni idea, ¿Cuándo ha ocurrido?
-Pues durante el tiempo que has estado en el curso. Por eso no lo hemos comentado contigo. Ya se nos había borrado de la memoria.
Pero él no puede creerlo. La aparición ha sido tan real, que no da crédito a lo que le dicen. Una de tantas historias reales.