El «Australopithecus sediba» vivió hace dos millones de años y los paleontólogos sostienen que puede ser un eslabón entre el hombre-mono sudafricano y los primeros hombres.
Los fósiles de dos esqueletos, hallados en un sistema de cuevas de Sudáfrica, presentados ayer, se han convertido en piezas claves para conocer mejor la evolución del género humano. Según los investigadores, la nueva especie, bautizada como «Australopithecus sediba», vivió hace dos millones de años y comparte rasgos muy evolucionados con otros hombres primitivos. Sus características implican que la transición de los primeros homínidos al género Homo se produjo en fases muy lentas, con varias especies similares a los Homo que aparecieron antes.
«Esta nueva especie comparte más características derivadas con los Homo iniciales que cualquier otra especie de australopithecus conocida y por ello representa un posible ancestro del género o un grupo hermano de un ancestro cercano que persistió durante algún tiempo después de la primera aparición del Homo», explica Lee Berger, de la Universidad de Witwatersrand en Johannesburgo (Sudáfrica) y director del estudio.
Los científicos descubrieron los dos esqueletos parciales en depósitos de una cueva en Malapa, Sudáfrica, y analizaron los restos, entre los que se incluían la mayor parte de un cráneo, la pelvis y el tobillo de la nueva especie. Los dos individuos, una hembra adulta de entre 28 y 32 años y un varón joven de entre 10 y 13 años, tienen entre 1,95 y 1,78 millones de años y fueron encontrados juntos en una parte del sistema cavernario que se había mantenido protegida de los animales carroñeros, por lo que se encuentran bien conservados.
La especie tenía brazos largos, como un simio, manos fuertes y cortas, una pelvis muy avanzada y largas piernas capaces de caminar y correr como un humano, además es probable que hubiera podido escalar.
«Se calcula que tenían alrededor de 1,27 metros, aunque el niños podría haber crecido más. La hembra probablemente pesaba 33 kilos y el niño unos 27 kilos en el momento de su muerte. El tamaño del cerebro del joven era de entre 420 y 450 centímetros cúbicos, lo que es pequeño, en comparación con el cerebro humano que alcanza entre los 1.200 y 1.600 centímetros cúbicos, pero la forma del cerebro parece ser más avanzada que la de los australopithecus», explica Berger.
Sobre sus características físicas, subrayando las especiales características de la pelvis y los dientes pequeños que comparten con las primeras especies «Homo». Según su físico, la nueva especie desciende del «Australopithecus africano» y su apariencia manifiesta los inicios del caminar y correr más eficaz en términos energéticos. Asimismo, creen que los nuevos fósiles podrían proporcionar una rica información sobre los orígenes humanos. Por el momento, estos nuevos fósiles dejan claro que la transición evolutiva de los ancestros de cuerpos pequeños, y quizás habitantes de los árboles, hacia los cuerpos de mayor tamaño y bípedos se produjo en fases graduales. «Estos fósiles nos proporcionan una detallada visión de un nuevo capítulo de la evolución humana y suponen una ventana a un periodo crítico en el que los homínidos realizaron el cambio de la dependencia de la vida en los árboles a la vida en la tierra», añade el antropólogo.